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La pausa de autocompasión

Puede ser más común de lo queremos reconocer. En el medio del día, te sientes abrumado, cansado o estresado. Tal vez percibes un dolor de cabeza que va en aumento o un ardor en la boca del estómago. Y cómo no, has tenido un día difícil o algo inesperado sucedió que te afectó más de lo que pensabas. ¿Qué hacer?

La pausa autocompasiva te tomará sólo unos minutos. Inicia con una situación no muy retadora, como un pequeño malentendido con un colega, o mucho tráfico en el camino al trabajo o estudio.

Primero, siéntate y observa cómo se siente tu cuerpo, qué estás pensando y sintiendo y reconoce, mediante el mindfulness o atención plena, que estás viviendo un momento o circunstancia incómoda, difícil o que te genera sufrimiento.Luego, recuerda que no eres el único que está pasando por esta situación. Cientos, miles o tal vez millones de personas han experimentado o están experimentado lo mismo que tú. Siéntete acompañado por ellos.

Para concluir, proponte tratarte con bondad y amabilidad, como lo harías con alguien a quien quieres mucho. Puedes sentir el tacto de una mano contra la otra, una mano en tu pecho o ambas manos en tu regazo y deséate de todo corazón “Que yo esté bien, en paz, seguro y feliz”.

Puedes encontrar la frase que mejor resuene para ti e intentar esta sencilla práctica la próxima vez que sientas tu corazón acelerar, o la tristeza asomarse.

Cuéntanos tu experiencia. Todos estamos juntos en este camino.

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